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domingo, 4 de marzo de 2007

Heliogábalo, el emperador travesti

Sexto Vario Avito era hijo de Sexto Vario Marcelo y de Julia Soemias. La madre de Soemias, Julia Maesa, era hermana de Julia Domna, madre del emperador Antonino Caracalla. El padre de ambas, Julio Basiano, había sido sacerdote del dios solar El-Gabal en la ciudad de Emesa (la actual Homs) en Siria. Por eso al nacer Vario Avito su madre y su abuela decidieron ponerle como segundo sobrenombre “Basiano” y prepararlo para asumir el sacerdocio que había ocupado su bisabuelo. Debido a ese sacerdocio y a su fervorosa devoción por El-Gabal, fue apodado Heliogábalo, una mezcla de “Helios” (el sol en griego) y “Gabal”.
Las cosas cambiaron para Vario Avito Basiano cuando Caracalla murió asesinado en abril del 217. El jefe de la Guardia Pretoriana y probable instigador del homicidio, Marco Opelio Macrino, fue nombrado emperador. Julia Maesa, que entonces vivía en Emesa, vio la oportunidad de tomar el poder. En mayo del 218, las legiones acantonadas en Emesa proclamaron al joven Heliogábalo, de sólo 14 años, emperador. Para fortalecer sus pretensiones al trono, como conté en el texto sobre el incesto, Julia Maesa y Julia Soemias difundieron el rumor de que su verdadero padre no era Vario Marcelo sino el propio Caracalla.
La guerra civil entre Macrino y las tropas de Heliogábalo fue muy corta y terminó con la derrota del primero en Antioquia en junio del 218. Macrino intentó huir a Italia, pero fue capturado en Caledonia y llevado a Capadocia, donde fue ejecutado. Su hijo Diadumeniano, de 5 años, a quien había nombrado corregente y heredero del trono imperial, y a quien había intentado proteger mandándolo a la corte del rey de los partos, fue entregado al ejército de Heliogábalo y también fue ejecutado. Las cabezas de padre e hijo fueron presentadas a Heliogábalo como trofeos.
Ahora Heliogábalo, su madre y su abuela tenían el poder. Julia Maesa se ocupó de poner en los puestos públicos más importantes a sus favoritos y de dirigir los asuntos políticos del Imperio. Recibió grandes honores, entre ellos el privilegio inédito de asistir a las sesiones del Senado romano -algo que estaba prohibido a las mujeres- y el título de “Madre del Senado”.
Su poder empezó a tambalearse cuando Heliogábalo dio muestras de tener un carácter independiente e incontrolable.
Heliogábalo era un homosexual pasivo cuyo mayor placer era ser penetrado por hombres bien dotados. Su obsesión por hallar a esos hombres era tan grande que hizo poner un baño público en el mismo palacio imperial, para poder ver con sus propios ojos los atributos de los romanos que iban a bañarse sin tener que salir de su casa (lo cual significó que, para muchos jovenes ambiciosos, mostrarse desnudos frente al emperador era una forma más eficaz de conseguir honores que adularlo).
También mandó agentes imperiales a los baños públicos -y a los eventos deportivos en Grecia, pues allí los atletas competían totalmente desnudos- de las grandes ciudades para que le consiguieran amantes cuyos penes tuvieran el tamaño adecuado para satisfacerlo. Cuando los encontraban, los mandaban a la capital (y todo esto se hacía con dinero público).
Pero Heliogábalo era tal vez mucho más que un simple chico gay. Los historiadores dicen que llevaba su “depravación” a aparecer en público vestido de mujer. En verdad se consideraba y hablaba de sí mismo como una, y le pedía a sus interlocutores que lo llamaran “señora”. Y pese a que estuvo casado cinco veces y que se acostó con muchas mujeres, incluso prostitutas, dijo que lo hacía para aprender de ellas las técnicas para complacer a un hombre en la cama.
De hecho, Heliogábalo llegó a convocar a los médicos más talentosos y reputados del Imperio para pedirles que le practicaran una operación de cambio de sexo, y les llegó a prometer que entregaría a quien lo consiguiera el gobierno vitalicio de varias provincias. Los médicos utilizaron como cobayos a un grupo de condenados a muerte, pero los resultados no fueron buenos; los más afortunados quedaron con sus genitales mutilados y los más desafortunados murieron. Los médicos lo convencieron de que lo más parecido a una operación de cambio de sexo que podía hacerse era una circuncisión.
Entre sus muchos amantes hubo uno que logró llegar a su corazón, por así decirlo. Se llamaba Hierocles y había sido cochero del palacio hasta que Heliogábalo llegó al trono y lo convirtió en su amante y favorito. Su poder sobre el joven emperador era tal que consiguió desplazar a la propia Julia Maesa. La posición de Hierocles sólo se vio amenazada cuando Heliogábalo recibió a uno de esos amantes provincianos enviados a Roma por sus oficiales, un tal Zotico, cuyos atributos eran tan grandes que el emperador dio muestras de querer tenerlo como su amante principal. Temiendo que su influencia sobre Heliogábalo terminara, Hierocles le puso a Zotico una droga en la comida que lo volvió impotente, tras lo cual el muchacho fue expulsado de la corte y el ex cochero recuperó su poder. Heliogábalo llegó a querer nombrar a Hierocles emperador, siendo él mismo su “emperatriz”.
Heliogábalo gastaba además muchísimo dinero del Erario en diversiones y placeres de todo tipo: banquetes, ropa nueva, espectáculos, etc. También se le atribuyeron algunos actos de crueldad, como asesinar a sus enemigos ahogándolos en rosas o poner un potro en el comedor del palacio para disfrutar de los gritos y gemidos de los torturados mientras banqueteaba.
Otra cosa que provocó la impopularidad del emperador fue su reforma religiosa. Su devoción por El-Gabal lo llevó a convertirlo en el dios principal del panteón romano, llegando casi a suprimir a Júpiter. El dios sirio, rebautizado como Sol Invicto, tenía preeminencia sobre todas las divinidades romanas tradicionales. Heliogábalo llegó a casarse con una virgen vestal (algo totalmente prohibido, pues de la virginidad de esas mujeres dependía el bienestar y la seguridad de Roma, y cualquier vestal que violara sus votos era lapidada junto a su amante) para simbolizar la unión del dios oriental con los dioses romanos.
Finalmente, en el 222, el pueblo y los pretorianos terminaron derrocando a Heliogábalo. El detonador fue la supuesta decisión del emperador de ordenar el asesinato de su primo hermano Severo Alejandro, de 13 años, a quien había adoptado como hijo y heredero. Los pretorianos parece que no sólo se negaron a cumplir la orden, sino que se rebelaron contra Heliogábalo y proclamaron emperador a Alejandro. Heliogábalo (que de paso tenía apenas 18 años), Julia Soemias y Hierocles fueron asesinados junto a centenares de cortesanos, y sus cadáveres fueron arrastrados por las calles de la ciudad y arrojados al Tíber, en medio de la algarabía del populacho. Alejandro ocupó el trono y Julia Maesa -a la que algunos señalan como la verdadera instigadora de la revuelta- recuperó el poder.

2 comentarios:

travesti dijo...

I would love to lay in a bed of flowers but of course in the privacy of my own room. Thank you for sharing this with us. This is quite informative. More power!

Xuxulcan dijo...

Murió por puto