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jueves, 14 de junio de 2007

Tiberio (2ª parte)

Muy poco después del ascenso de Tiberio al poder, las legiones en Panonia y Germania se rebelaron contra el nuevo gobierno. El flamante emperador mandó a su sobrino e hijo adoptivo Germánico y a su hijo biológico Druso a sofocar el motín. Ambos lograron que los soldados depusieran su rebelión sin derramamiento de sangre, pero Germánico creyó necesario fortalecer la disciplina de las legiones germanas liderándolas en una nueva campaña al otro lado del Rin. La guerra contra los bárbaros fue exitosa, y Tiberio le concedió a Germánico un Triunfo en el año 17.
Pero el emperador desconfiaba profundamente de su popular sobrino, y lo mandó a Oriente en el 18, con la misma clase de mando político-militar que Agripa y él mismo habían ostentado. De ésta forma, Tiberio lo alejaba de sus contactos políticos en Roma mediante un aparente honor. Tal vez el emperador también esperaba que Germánico cometiera errores graves en Oriente, un escenario distinto y más complejo que Germania. Si Tiberio quería que su sobrino fracasase, se llevó una decepción: Germánico actuó con bastante eficacia, conquistando los reinos de Comagene y Capadocia y convirtiéndolos en provincias romanas. No obstante, se vio envuelto en una feroz lucha de poder con el gobernador de Siria, Gneo Calpurnio Pisón. Aparentemente Tiberio había ordenado a Pisón vigilar y controlar a Germánico, y Pisón lo hizo con demasiado celo.
Debido a eso, cuando Germánico murió en el 19, muchísimas personas sospecharon que Pisón lo había envenenado. Esas sospechas fueron alentadas por el propio Germánico, quién lo acusó en su lecho de muerte. Los partidarios de Germánico acusaron en Roma a Pisón y a su esposa Plancina del envenenamiento, pero nunca se pudo probar nada: Pisón se suicidó antes de la condena (aunque según algunas versiones fue asesinado por Tiberio tras amenazar con declarar al tribunal que había envenenado a Germánico obedeciendo órdenes del propio emperador) y Plancina fue absuelta gracias a su amistad con Livia.
En el año 23, Tiberio perdió a su segundo sucesor, su hijo Druso. Él estaba casado con su prima hermana Livila, hija de Druso, hermano de Tiberio (perdón por tantas aclaraciones, pero el árbol genealógico de la familia Julia-Claudia era muy enmarañado y muchos nombres se repetían), con quién tenía un hijo, Tiberio Gemelo, y una hija, Julia. No obstante, al morir Druso, los que parecieron ascender a las cercanías del trono imperial no fueron sus hijos sino los de Germánico. La madre de ellos era Agripina, hija de Julia y Agripa, por lo que los jóvenes eran biznietos de Augusto. Eran tres hijos y tres hijas: Nerón, Druso, Cayo (apodado Calígula), Julia, Agripinila y Drusila. Con Druso fallecido, muchos esperaban que Tiberio designase a alguno de los chicos heredero del trono.
No obstante, nadie contaba con la influencia de un personaje hasta entonces oscuro: el jefe de la Guardia Pretoriana Lucio Elio Seyano. Seyano era un hombre de origen humilde, pero que había sido adoptado por un miembro de la familia noble de los Elios, y que se había casado luego con Apicata, hija de un famoso millonario llamado Marco Apicio (según sus enemigos, había conseguido ambas cosas prostituyéndose a su padre adoptivo y a su suegro). Había sido designado comandante de la Guardia en el 15, y desde entonces se había convertido en el consejero de confianza de Tiberio. Fue él quién en el 17 o 18 convenció al emperador de establecer un cuartel para la Guardia fuera de la ciudad de Roma, aunque en sus cercanías, medida que tendría gran importancia en los siglos venideros.
Seyano se convirtió en el hombre más influyente de Roma después del propio Tiberio, pero él quería mucho más que eso: su verdadera ambición era convertirse en emperador a la muerte de Tiberio. Por supuesto, Agripina y sus hijos se interponían en su camino.
Las versiones son contradictorias en torno a su enfrentamiento. Hay quienes presentan a la viuda de Germánico como una víctima inocente, que tan sólo quería protegerse de las intrigas de Seyano, mientras que otras nos la muestran como tan ambiciosa e inescrupulosa como sus enemigos, en su afán por asegurar el ascenso de sus hijos al trono. Seyano tenía como aliada a Livila, la viuda de Druso, quién se había convertido en su amante. Más tarde se supo que el romance entre ambos había comenzado cuando Druso seguía vivo, y que ella lo envenenó para continuar sus relaciones con Seyano sin peligro.
En cualquier caso, Seyano hizo acusar de diversos crímenes, reales o inventados, a varios partidarios de Agripina, ejecutándolos u obligándolos a suicidarse. No se atrevió a atacar a la propia Agripina porque ella se había puesto bajo la protección de la todavía poderosa Livia, madre de Tiberio y viuda de Augusto.
En el 26, Tiberio se retiró a la isla de Capri, dejando el gobierno de Roma prácticamente en manos de Seyano. Los historiadores antiguos afirman que, en su retiro, el emperador se dedicó a las orgías más devastadoras. Más tarde daré los detalles escabrosos.
Cuando Livia murió en el 29, Seyano se vio libre para deshacerse de sus rivales. Con el apoyo de Tiberio, hizo acusar a Agripina y sus hijos Nerón y Druso de traición, y los desterró a distintas islas-prisiones. Nerón murió en el 30, aparentemente ejecutado tras un intento de fuga. Druso y Agripina murieron en el 33, y sus muertes fueron paradójicas: él murió de hambre debido a que sus guardias lo alimentaban mal y ella se suicidó por inanición.

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