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jueves, 31 de mayo de 2007

Perseo, Medusa y Andrómeda

Abante, rey de Argólide, se casó con Aglaye, y convirtió a sus hijos mellizos, Acrisio y Preto en herederos del trono, ordenándoles gobernar alternadamente. Si los hermanos se hubiesen llevado bien, hubiesen reinado en Argólide armoniosamente, pero éste no era el caso. Preto y Acrisio peleaban desde que estaban en el vientre de Aglaye (como Jacob y Esaú, en los mitos hebreos), y su relación no mejoró mucho cuando heredaron el trono de Abante. La ruptura se produjo cuando Preto se acostó con Dánae, la hija de Acrisio, y éste lo castigó negándose a seguir compartiendo el trono con él. Preto entonces huyó a la corte del rey Yóbates de Licia, quién lo tomó bajo su protección, lo casó con su hija Estenebea -quién años más tarde intentaría seducir a Belerofonte- y le dio un ejército para que reclamase el trono de Argólide. Se libró una guerra entre los hermanos, pero ninguno de los bandos obtuvo una victoria definitiva. Entonces, Preto y Acrisio decidieron, de mala gana, dividir Argólide en dos reinos distintos. Acrisio gobernaría el de Argos y Preto, el de Tirinto.
Acrisio no tenía hijos, sino solamente una hija, la mencionada Dánae. Cuando consultó a un oráculo, le dijo que no tendría hijos varones, y que su nieto lo mataría. Entonces Acrisio encerró a Dánae en un calabozo. Pero Zeus se las arregló para entrar en el calabozo en forma de lluvia dorada (como Marte con la madre de Rómulo y Remo, en la mitología latina) y dejarla embarazada de un hijo, Perseo. Cuando Acrisio se enteró del nacimiento de Perseo, sospechó que el padre del niño era Preto y puso a su hija y su nieto en un arca de madera que arrojó al mar. El arca llegó a la isla de Sérifos, donde Dictis, hermano del rey Polidectes, los encontró.
Polidectes permitió generosamente a Dánae y Perseo vivir en su palacio. Pero las relaciones entre ellos se deterioraron cuando Polidectes quiso casarse con Dánae. Perseo, ya adolescente, se opuso con firmeza. Polidectes, entonces, fingió cambiar de opinión y querer casarse con Hipodamía, hija del rey Enómao, pero le pidió a Perseo que le consiguiese la cabeza de la Gorgona Medusa para ofrecerla de regalo a su futuro suegro. Medusa era una mujer monstruosa que tenía serpientes en vez de cabello, enormes dientes y un rostro que convertía en piedra a los que lo miraban.
Perseo aceptó, y cuando la diosa Atenea supo de esto, decidió ayudarlo. Lo llevó a la ciudad de Dicterión, en Samos, donde había imágenes de las tres Gorgonas -Medusa, Esteno y Euríale-, para que pudiera distinguir cuál era cuál, y le regaló un escudo brillantemente pulido. Hermes también colaboró en la empresa, entregándole a Perseo una hoz de diamante para que cortara la cabeza. Pero Perseo necesitaba, además, un par de sandalias aladas, una bolsa mágica para guardar la cabeza cortada y el yelmo negro de la invisibilidad que pertenecía a Hades. Todas estas cosas estaban al cuidado de las ninfas del lago Estigia, de quienes debía obtenerlas Perseo; pero su paradero sólo era conocido por las hermanas de las Gorgonas, las tres Grayas, que tenían un solo ojo y un solo diente entre las tres. En consecuencia, Perseo fue a ver a las Grayas en sus tronos al pie del monte Atlas. Se deslizó sigilosamente detrás de ellas, se apoderó del ojo y el diente cuando se los pasaban de una a otra, y se negó a devolverlos hasta que le dijeran dónde vivían las ninfas del Estigia.
Cuando Perseo recibió de las ninfas las sandalias, la bolsa y el yelmo, voló al País de los Hiperbóreos (que, según algunas versiones, era la isla de Gran Bretaña), y encontró a las Gorgonas durmiendo. Sin mirar a Medusa, sino a su reflejo en el escudo que le había dado Atenea, Perseo le cortó la cabeza con la hoz de un solo golpe. Para su sorpresa, del cadáver de Medusa surgió el caballo Pegaso, fruto de una reciente unión de la Gorgona con el dios Poseidón. Perseo se apresuró a poner la cabeza de Medusa en la bolsa y, pese a que el nacimiento de Pegaso había despertado a las dos Gorgonas dormidas, logró escapar gracias al yermo de Hades. Luego Perseo voló a España, donde convirtió al titán Atlas en montaña mostrándole la cabeza de Medusa (no sé por qué motivo), y luego voló de vuelta a Grecia; al pasar por el desierto de Libia una gota de sangre de la Gorgona cayó en la arena, engendrando miles de serpientes venenosas, una de las cuales mató posteriormente al argonauta Mopso.
Perseo se detuvo a comer en Egipto, donde más tarde se le rindió culto, y luego siguió adelante. Al pasar por Filistea vio a una mujer desnuda encadenada a un acantilado y se enamoró de ella. Se trataba de Andrómeda, hija de Cefeo, rey de la ciudad de Yole, y de Casiopea. Casiopea se había jactado de que ella y su hija eran más hermosas que las Nereidas, ninfas del mar. Poseidón, como castigo, envió un monstruo anfibio para que atacara Filistea, devorando a muchos de sus habitantes. Cefeo consultó al oráculo de Amón, quién le dijo que sólo se podría aplacar al monstruo permitiéndole comerse a Andrómeda. Cefeo quiso negarse, pero sus súbditos lo obligaron a atar a Andrómeda a una roca para que el monstruo la devorara.
Cefeo y Casiopea observaban ansiosamente a su hija, esperando que el monstruo saliera del mar para atacarla, cuando Perseo descendió y les prometió salvarla si le permitían casarse con ella después. Los padres de Andrómeda accedieron, tras lo cual Perseo decapitó al monstruo con la hoz de Hermes. Luego erigió altares a Atenea, Hermes y su padre Zeus, y les sacrificó una vaca, un becerro y un toro, respectivamente.
Casiopea y Cefeo aceptaron de muy mala gana a Perseo como yerno y, por insistencia de Andrómeda, la boda se realizó inmediatamente, pero las fiestas fueron interrumpidas bruscamente cuando Agenor, el hermano mellizo de Belo, rey de Quemis, en Egipto, llegó al frente de un grupo armado con el fin de reclamar a Andrómeda para él. Cefeo y Casiopea apoyaron inmediatamente a Agenor, y se produjo una batalla entre sus soldados y Perseo. Éste mató a muchos hombres, pero como lo superaban en número sacó la cabeza de Medusa y los convirtió a todos -con excepción de Andrómeda, por supuesto- en piedra. Luego voló con su nueva esposa a Sérifos. En el acantilado de Yole (que, si no me equivoco, es la actual ciudad de Tel Aviv, en Israel) donde fue atada Andrómeda quedaron las marcas de las cadenas, y los huesos petrificados del monstruo eran exhibidos en la ciudad hasta que Marco Emilio Escauro los hizo llevar a Roma durante su período como edil; lo que no sé es si es el Marco Emilio Escauro que fue cónsul en el 115 antes de Cristo y censor en el 109, o su hijo tocayo, que fue pretor en el 56.
(En la historia de Andrómeda hay un paralelismo evidente con el mito de Laomedonte, segundo rey de Troya, quién contrató al dios Poseidón para construir las murallas de la ciudad, pero se negó a pagarle. El dios castigó a Laomedonte mandándole a un monstruo similar al que mandó contra Cefeo, y a Laomedonte le ordenaron hacer lo mismo que Cefeo para alejar al monstruo, o sea sacrificarle a su hija Hesíone. Pero por suerte para ella intervino Hércules, quién pasaba por Troya y se enamoró de la hija del rey. Tras obtener de Laomedonte la promesa de casarse con ella, mató al monstruo con su maza. Laomedonte rompió su promesa y se negó a entregarle a Hesíone, por lo que Hércules volvió con una pequeña flota, mató al rey y a todos sus hijos -menos al menor, Príamo, a quién puso en el trono troyano- y se llevó a Hesíone.)
Al llegar a Sérifos, Perseo se enteró de que Polidectes no tenía intención de casarse con Hipodamía (quién al final, como sabemos, terminó casándose con Pélope) sino que sólo le encargó traerle la cabeza de Medusa para quitarlo de en medio. Apenas se fue de la isla, intentó casarse por la fuerza con Dánae, quién debió refugiarse en un templo junto a Dictis, que había intentado impedir el matrimonio. Perseo entonces fue al palacio de Polidectes, donde él celebraba un banquete con sus amigos, y los convirtió en piedra mostrándoles la cabeza. Fue la última vez que utilizó la cabeza de Medusa, pues luego la entregó a Atenea; también devolvió la bolsa, el yelmo y las sandalias a las ninfas del lago Estigia.
Perseo luego colocó a Dictis en el trono de Sérifos y viajó a Argos junto a su madre y su esposa, tal vez para recomponer sus relaciones con su abuelo Acrisio. Pero él, que creía firmemente en el vaticinio, huyó a la ciudad de Larisa. No obstante, el destino quiso que Perseo hiciese escala en Larisa y participase de unos Juegos fúnebres en honor al padre del rey Teutámides; en la competencia de lanzamiento de disco, el de Perseo golpeó y mató a Acrisio. Perseo, sinceramente arrepentido, enterró a Acrisio en el templo local de Atenea.
No queriendo reinar en Argos habiendo matado a su predecesor, fue a Tirinto, donde entonces reinaba el hijo de Preto, Megapentes, y pactó con él intercambiar sus reinos. Como rey, Perseo es recordado por la fundación de Micenas, llamada así porque cuando él tenía sed brotó un hongo (mycos) y le proporcionó una corriente de agua.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no es un resumen q digamos xD.!