Yo he visto muchas películas a lo largo de mi vida, pero puedo decir que solo una me ha gustado lo suficiente como para decir que es mi favorita: Dogville, dirigida por Lars Von Trier y protagonizada por Nicole Kidman.
El film, ambientado en los años '30, es acerca de una mujer perseguida por la mafia que llega a un pueblito, Dogville, situado en medio de las Montañas Rocosas y habitado por un puñado de familias (y por un perro, cuyo nombre es interesante:
Moisés). Allí se encuentra con Tom Edison Jr., un aspirante a escritor bastante vanidoso, que se enamora de ella y convence a la comunidad de hacer un acuerdo con Grace: darle asilo y un pequeño salario a cambio de su trabajo. Al principio las cosas van bien. Grace se integra al pueblo y se hace amiga de todos.
Todo cambia cuando se enteran de que Grace no es buscada solamente por los mafiosos sino también por la Policía. Sintiendo que ahora es más peligroso esconderla, los habitantes de Dogville le rebajan el sueldo y le exijen más horas de trabajo. Los abusos van
in crescendo, tanto por parte de los hombres como de las mujeres, de los adultos como de los niños. Y cuando Grace intenta escapar, su
status se blanquea: se ha convertido en la esclava del pueblo.
No obstante, Grace guarda un secreto, y cuando los habitantes de Dogville intentan deshacerse de ella, hay una vuelta de tuerca inesperada que le permite a la protagonista vengarse de quienes la maltrataron tanto.
Manderlay es su secuela. Fue estrenada en Cannes en mayo del 2005, pero recién llegó a la Argentina en el 2006. Por varios motivos, no es una película tan buena como
Dogville. Principalmente, lo que más molesta es el reparto. Grace es interpretada por Bryce Howard, 13 años más joven que Nicole Kidman. El rol de James Caan es interpretado por Willem Dafoe.
Los dos son muy buenos actores, pero se sabe que es fatal para una secuela cambiar a los actores protagónicos (fijense sino en lo que pasó con
Batman eternamente y
Batman y Robin). Además, hay varios actores que interpretan a un personaje en Dogville y reaparecen interpretando a otro personaje en
Manderlay: Lauren Bacall (que hace de Ma Ginger en
Dogville y de Mam en
Manderlay), Zeljko Ivanek (que interpreta a Ben en la primera película y al doctor Hector en la segunda), Jeremy Davies (Bill Henson en una y Niels en la otra) y Chloë Sevigny (Liz Henson en una y Philomena en la otra). Si bien todos interpretan bien sus papeles, me pareció una falta de respeto al espectador.
La película cuenta como Grace, unos días después de abandonar Dogville, viaja a Alabama y se topa con Manderlay, una plantación de algodón en donde todavía rige la esclavitud. Entonces -seguramente a causa de su propia experiencia en Dogville- Grace decide liberar a los esclavos y dirigir la plantación a través de un sistema democrático. Sus buenas intenciones son innegables, pero al final su experimento se arruina.
Una anécdota interesante es la del burro
Lucifer, que en la plantación es quien se ocupa de mover el molino. En un punto, la situación de Manderlay se hace tan dificil que deben sacrificarlo para comer su carne. En la vida real, el burro fue realmente faenado, y su muerte fue filmada por Von Trier, causando la renuncia de uno de los actores y las protestas de las organizaciones de defensa de los derechos del animal. Von Trier tuvo que eliminar la escena y jurar que el burro era ya viejo y estaba a punto de ser sacrificado cuando le dieron el papel de
Lucifer...
Las películas se destacan por no poseer un escenario propiamente dicho. Tanto Dogville como Manderlay fueron filmadas en un galpón. Las casas son croquis pintados de blanco sobre el suelo negro. El día y la noche se representan con luces artificiales. Las paredes y las puertas no existen (cuando un personaje abre una puerta, se escucha el sonido). O sea, las películas no esconden su artificialidad, pues lo que desean es que nos concentremos en las acciones y los diálogos. Y también hay un narrador (con la magnífica voz del actor británico John Hurt), que nos describe los pensamientos y sentimientos de los personajes. Así, Von Trier buscaba generar una mezcla entre el cine, el teatro y la literatura.
Un punto en común de ambas películas son los créditos del final. Al final de Dogville, se nos muestran escenas de pobreza en EUA, contraponiendo las de la Depresión, en blanco y negro, con las de la actualidad, en colores. Al final de Manderlay aparecen fotos de los conflictos raciales de EUA en los años '50 y '60, y en la actualidad. En ambas películas, la música que suena es la cancion Young Americans de David Bowie.
No obstante, no considero a Manderlay una mala película. Tiene sus momentos de dramatismo -como cuando Grace debe ejecutar a uno de los ex esclavos por robar comida- y de ironía. No está a la altura de la original por no tener a Nicole Kidman, pero es buena. Yo le pondría un 10 a Dogville y un 7,50 a Manderlay.
1 comentario:
No he visto su secuela, pero 'Dogville' me pareció rarísima, hasta irritante con sus casas de paredes transparentes, puertas invisibles y demás. Supongo que no estoy acostumbrado a un cine tan diferente.
Eso sí, Nicole Kidman está estupenda y el final de la película me impactó mucho.
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