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lunes, 5 de febrero de 2007

César y Cleopatra

El romance entre Cayo Julio César y la reina Cleopatra VII de Egipto es uno de los más famosos de la Historia. Las circunstancias en las que ese romance nació no fueron las que uno podría esperar: Cleopatra y César comenzaron su vida como amantes en medio de una guerra civil encarnizada, tal vez la más difícil en la que César tuvo que luchar.
Cleopatra era hija del rey Tolomeo XII y de su primera esposa Cleopatra Trifena. Tenía una hermana mayor, Berenice. El matrimonio entre Tolomeo y Trifena había sido impuesto por el padre de ella, el poderoso rey Mitrídates VI del Ponto, que deseaba poner a una de sus hijas en el trono egipcio. Tolomeo la mantuvo a su lado hasta que Mitrídates, derrotado por Pompeyo Magno, se suicidó. Una vez que ser yerno de Mitrídates dejó de tener utilidad -y dado que Trifena no le había dado ningún heredero varón-, Tolomeo se divorció de ella y se casó con otra princesa, con quien tuvo una hija, Arsínoe, y dos hijos, ambos llamados Tolomeo.
Trifena no actuó por un tiempo, pero finalmente organizó un coup d'ètat contra su ex marido, apoyada por el populacho de Alejandría. Trifena y su hija Berenice se coronaron faraonas del Alto y del Bajo Egipto, respectivamente, mientras Tolomeo XII huía a Roma llevándose todo el dinero que pudo encontrar.
Tolomeo acudió a los tres personajes más importantes de Roma en aquellos años: los miembros del llamado Primer Triunvirato, Gneo Pompeyo Magno, Cayo Julio César y Marco Licinio Craso. Tras pagarles un enorme soborno, logró que movilizaran sus influencias a su favor, y un ejército al mando del ex cónsul y gobernador de Siria Aulo Gabinio marchó hacia Alejandría para reponer a Tolomeo XII en el trono egipcio. En el interín, Trifena había muerto, Berenice había reunificado los tronos del Alto y el Bajo Egipto y estaba buscando un marido que pudiera protegerla de los romanos. No lo logró. Los romanos tomaron Alejandría e hicieron prisionera a la usurpadora; el propio Tolomeo la hizo ejecutar.
Tolomeo reinó unos años más antes de morir de causas naturales (aunque no hubiera sido raro que su muerte se hubiese debido al veneno, ni, ya que estamos en el tema, la de Trifena). El trono fue a parar a su hijo mayor Tolomeo XIII, de 12 años y su hija mayor Cleopatra, de 18. Siguiendo la milenaria tradición de los faraones egipcios, los hermanos contrajeron matrimonio (aunque debido a la corta edad de Tolomeo XIII, es probable que la unión nunca haya llegado a consumarse)
Cleopatra demostró de inmediato una voluntad de poder implacable. Marginó a su hermano-esposo de los asuntos de Estado, convirtiéndolo en una figura decorativa. Esto disgustó profundamente a tres personajes que habían tenido gran influencia durante el reinado de Tolomeo XII y esperaban aumentarla bajo el de Tolomeo XIII. Uno de ellos era el gran chambelán Potino, un eunuco. El otro era Aquilas, jefe del ejército egipcio. Y el tercero era Teodoto, el preceptor de Tolomeo XIII. El trío se dedicó a fomentar las desavenencias entre Tolomeo XIII y Cleopatra, y a promover disturbios en Alejandría en contra del gobierno de la reina (esto último se vio favorecido por una terrible hambruna que afectó a la ciudad). Finalmente se produjo una pueblada contra Cleopatra, pero al igual que su padre, logró huir con bastante dinero en su bolsa. Tolomeo XIII la repudió y tomó a su hermana Arsínoe como nueva esposa y reina, pero el poder real estaba en manos de Potino, Aquilas y Teodoto.
Cleopatra escapó a Gaza y usó su dinero para formar un ejército de mercenarios. De todos modos, su situación era difícil. No tenía un general eficaz y confiable y su ejército se disolvería en cuanto a ella se le acabase el dinero. Aquilas también había levantado un ejército y viajaba a Gaza para enfrentarla.
Y fue en ese momento que la guerra civil romana irrumpió en la guerra civil egipcia.
Pompeyo Magno y Julio César habían librado una batalla en Farsalia, Grecia, que había puesto fin al dominio del primero sobre Grecia. Forzado a huir a África, donde sus partidarios se estaban reuniendo, Pompeyo debió hacer una escala en Egipto. Tolomeo y sus "consejeros" no sabían qué hacer. Si permitían a Pompeyo desembarcar en Egipto, se ganarían la enemistad de César. Y si se rehusaban, se ganaban la enemistad de Pompeyo. Y ellos temían tanto al general derrotado como al general victorioso, pues sus roles podían cambiar en cuestión de meses, quizá semanas.
Entonces a Teodoto se le ocurrió una idea genial: matar a Pompeyo. Así, podrían ganarse la amistad de César y no tendrían que temer la enemistad de Pompeyo. "Los muertos no muerden", argumentó el preceptor del rey.
Y así se hizo. El 29 de septiembre del 48 antes de Cristo, Pompeyo desembarcó en la playa de Pelusio, y fue asesinado de inmediato, ante los ojos de su esposa y su hijo menor. Los asesinos se llevaron su anillo y su cabeza, y el cuerpo fue quemado por un liberto suyo que había desembarcado con él.
Al llegar César a Egipto preguntando por Pompeyo, Teodoto, muy orgulloso, le entregó el anillo y la cabeza embalsamada de su enemigo. Pero César no reaccionó como esperaban: lloró la muerte de quien antes había sido su amigo y yerno, y exigió la ejecución de los autores materiales del crímen y el destierro de Teodoto.
Al saber esto, Cleopatra decidió que César era su única esperanza. La estratagema que utilizó para llegar a él fue legendaria: entró en sus aposentos escondida en una alfombra. Aparentemente, esa misma noche durmieron juntos.
Se ha debatido mucho sobre el atractivo de Cleopatra. Hay quienes sostienen que debía ser muy bella, pero en los últimos años ha surgido un grupo de historiadores (en la Argentina los llamaríamos "revisionistas") que creen que era fea, basandose en algunas monedas con su perfil, que la muestran como una mujer poco agraciada. Pero hay bustos suyos (imagen) que en los que no parece tan fea. Plutarco decía que su belleza en sí misma no era tan grande como para volver loco a nadie, pero que tenía un carácter chispeante y una voz hermosa.
Cleopatra logró seducir a César completamente. Al día siguiente, Tolomeo XIII y Potino fueron a visitarlo a sus aposentos y lo encontraron en la cama con su peor enemiga, la reina.
César obligó a Tolomeo a "reconciliarse" con Cleopatra y devolverle el trono. Potino fingió aceptar su decisión, pero de inmediato escribió a Aquilas pidiéndole que volviera con su ejército a Alejandría para deshacerse de César y Cleopatra. Al saber esto, César lo hizo asesinar.
Aquilas llegó a las afueras de la ciudad, y pronto se le unió Arsínoe. Aquilas la recibió con los brazos abiertos, sabiendo que su presencia le daría más legitimidad a su causa; ya no sería un general rebelde, sino un general al servicio de la "legítima" reina de Egipto. Pero Arsínoe no quería compartir el poder con él, y lo asesinó de inmediato, para luego darle el mando del ejército a su preceptor y amante, Ganímedes. El populacho de Alejandría apoyó a Arsínoe.
La guerra de Alejandría fue la más difícil de todas las que tuvo que pelear César. Fue una guerra urbana, como la batalla entre alemanes y soviéticos en Stalingrado, en la que las tropas de César debieron combatir con las de Arsínoe y Ganímedes por la posesión de cada centímetro de la ciudad. César combatió con valentía e inteligencia, pero cometió un error: enviar a Tolomeo para convencer a las tropas de Arsínoe de deponer las armas. Tolomeo, en cambio, se unió a ellos y proclamó nuevamente a Arsínoe reina de Egipto.
Todo terminó con una batalla naval en la que Tolomeo se ahogó a causa del peso de su armadura de oro, y Arsínoe y Ganímedes fueron capturados.
Ahora Cleopatra era la reina indiscutible de Egipto. Convencida de que después de tantas guerras e intrigas palaciegas ambos necesitaban un descanso, Cleopatra llevó a su amante a un crucero por el Nilo. César estaba encantado, y hubiera seguido viajando al sur, hacia Etiopía, de no haberse negado sus soldados. Ya entonces Cleopatra estaba embarazada de un hijo suyo. Pero César no pudo verlo nacer, porque le llegaron informes alarmantes sobre las actividades de los partidarios de Pompeyo en África. Cuando el bebé nació, Cleopatra lo bautizó Tolomeo César, pero fue conocido popularmente como Cesarión (del griego Caesarion, "pequeño César"). Cleopatra estaba casada con el último hermano que le quedaba, Tolomeo XIV, que había permanecido al margen de todos los conflictos político-familiares.
Tras vencer a los pompeyanos en África, César volvió a Roma. Después de restaurar el orden, decidió celebrar sus cuatro Triunfos: el de la Guerra de las Galias, el de la guerra de Alejandría, el de la llamada guerra asiática (que debió librar contra el rey Farnaces del Ponto, si no me equivoco), y el de la guerra africana. Y con la excusa del Triunfo alejandrino, invitó a Cleopatra y a su hermano-esposo a Roma en el año 46. Allí la tuvo como su concubina durante casi dos años, hasta su asesinato en los idus de marzo del 44, tras el cual Cleopatra huyó a Egipto. Unos años después ella y Marco Antonio serían amantes, pero esa es otra historia.

7 comentarios:

FrAn dijo...

Tanto el mundo romano como el egipcio son mundos de una fascinación superlativa. De grandes construcciones faraónicas(y nunca mejor dicho), de grandes personajes únicos e irrepetibles.

Y cuando se juntan pues dan lugar a uno de los romances más famosos de la historia con dos de los personajes más enigmáticos y estudiados de todos los tiempos.

Sigue con tus magníficos escritos sobre historia. Y muchas gracias también por lo que escribes de la política argentina. Me está ayudando a conocer tu país un poquito mejor, un país, que por otra parte, siempre me ha fascinado porque sois personas de mucha cultura. Casi todos los argentinos que he conocido sabían más de la historia de España que yo. Y además ese acento que considero uno de los más bonitos de la lengua española.
Hasta mi próximo comentario.

Martín dijo...

Y yo te agradezco muchísimo tus comentarios. No sé si te habrás dado cuenta, pero desde que opinaste sobre el texto de Nerón he estado publicando casi un texto por día. Saber que al menos alguien los lee me impulsa.
Sobre Egipto, quería comentarte que en la época de Cleopatra, había dos entidades políticas distintas: por un lado Alejandría, una ciudad griega casi injertada por Alejandro Magno y habitada por descendientes de macedonios, y por el otro el Egipto auténtico, de los antiguos templos y pirámides. Por eso los reyes de Egipto de esa época llevaban una triple corona: la de rey (o reina) de Alejandría, la de faraón del Alto Egipto y la de faraón del Bajo Egipto. La división entre Alto y Bajo Egipto era ficticia, pero se remontaba a los tiempos del Rey Escorpión, que unificó los distintos reinos de Egipto en uno solo.
Cleopatra, a diferencia de sus antecesores, sabía hablar egipcio además de griego (era una verdadera políglota, pues aprendió además a hablar fluidamente en latín, hebreo, medo y parto) y se reivindicaba más como faraona que como descendiente de macedonios. Ese seguramente fue el motivo por el cual los alejandrinos la odiaban tanto.

Bender dijo...

Me encanta leer estos temas, y este artículo me ha parecido fascinante, porque desconocía su historia.

Siempre había oido más el tema con Marco Antonio, pero este tiene tela también, vaya intrigas se llevaban por el poder, parece una telenovela.

Felicidades por el blog, escribes muy bien los artículos.

Un saludo desde España.

Dinorider d'Andoandor dijo...

los relatos históricos siempre me fascinaron

este de Cesar y Cleo está entre mis lios favoritos aunque usualmente más le dan bola al affaire con Marco Antonio

Anónimo dijo...

Te agradezco el artículo con un poema de Kavafis, el cual me acercó a los pasos de Teodoto.

"Si eres de los realmentes selectos,
cuida cómo consigues tu poder.
Por más glorificado que seas, por más que tus hazañas
en Italia y en Tesalia
las proclamen las ciudades,
por más que te hayan acordado votos honoríficos
en Roma tus admiradores,
ni tu triunfo ni tu alegría han de durar,
ni hombre superior -¿qué superior?- te sentirás,
cuando, en Alejandría, Teodoto te traiga,
sobre una bandeja ensangrentada,
la cabeza del infeliz Pompeyo.

Y no te tranquilices pensando que en tu vida
limitada, regular, y prosaica,
no se dan tales terribles y espectaculares cosas.
Quizás a esta msima hora en una bien gobernada casa
de algún vecino tuyo penetra -
invisible, inmaterial - Teodoto,
trayendo una cabeza tan horrenda."


Kavafis, "Teodoto". 1911/1915

Martín L. dijo...

Excelente poema, Anónimo. Muchas gracias.
Saludos

María Engracia Muñoz-Santos dijo...
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