El hallazgo en aguas australianas de un barco misteriosamente vacío (en este link se puede leer una nota del diario Clarín al respecto) me ha traído a la memoria el caso del Mary Celeste, ocurrido a fines del siglo XIX.
El barco fue construido en Nueva Escocia, Canadá, en 1861, y bautizado originalmente con el nombre de Amazona. La nave aparentemente tenía mala suerte (se sabe que los marineros son muy supersticiosos) y fue pasando de mano en mano durante años. En 1869 fue vendida a un grupo de estadounidenses, que la rebautizaron como Mary Celeste. El 7 de noviembre de 1872, el barco recogió un cargamento de alcohol y zarpó de Staten Island, Nueva York, con destino a Italia. A bordo viajaban el capitán Benjamin Briggs, su esposa Sarah y su hija de 2 años Sophia, junto con siete marineros.
El 4 de diciembre, el barco Dei Gratia, que había zarpado de Nueva York siete días después del Mary Celeste, lo avistó. El capitán del barco, David Morehouse, llegó a la conclusión de que el Mary Celeste iba a la deriva y envió a sus hombres a investigar. Durante la hora siguiente, revisaron el Mary Celeste de proa a popa. La vela de esta fue hallada en la zona de proa, pero el trinquete y el trinquete superior habían volado de las vergas y se habían perdido. El foque, la vela de estay del palo mayor y la gavia inferior estaban izadas. El resto de las velas estaban plegadas. Algunas jarcias estaban enmarañadas; otras habían sido arrancadas por el viento y colgaban destrozadas. La driza superior -una soga rígida de unos 90 metros de longitud, usada para izar la vela cangreja- se había roto, y faltaba la mayor parte. El timón giraba libremente y la bitácora había sido golpeada y estaba rota. La escotilla principal estaba cubierta por un encerado y sujeta, pero algunos de los encerados habían sido retirados y fueron hallados cerca de las escotillas. En el suelo de la cocina el agua alcanzaba una altura inferior a los 30 centímetros, y las provisiones para 6 meses apenas se habían estropeado. Había abundante agua dulce.
Para abreviar: el Mary Celeste estaba en mejores condiciones que muchos de los barcos que cruzaban regularmente el Atlántico. Y, aparte de algunos signos que indicaban que el barco había soportado recientemente una tormenta, resultaba inexplicable que su tripulación lo hubiese abandonado.
En la mesa del camarote del capitán Briggs, Oliver Deveau encontró el diario provisional de a bordo. Decía: “Lunes 25. A las 5 llegamos a la isla de St Mary, en dirección ESE. A las 8, la punta este estaba al SSO, a 3 kilómetros de distancia.” En el camarote del primer oficial, Deveau encontró un mapa que mostraba el rumbo del barco hasta el 24 de noviembre.
En el barco no se encontraron el cronómetro, el sextante, el libro de navegación y un pequeño bote que había estado amarrado a la escotilla principal. Un trozo de barandilla había sido arrancado para lanzar el bote al agua. Esto, por lo menos, aclaraba la forma en que había desaparecido la tripulación: había abandonado el barco. Pero, ¿por qué? ¿Qué razones pudo tener un marino experimentado como el capitán Briggs para abandonar un barco en perfectas condiciones metiendo a su mujer y a su hijita, con los siete miembros de la tripulación, en un bote pequeño y poco estable? Abandonar un barco es una medida desesperada, algo que sólo se hace cuando no hay otra alternativa; sin embargo, como declaró después uno de los tripulantes del Dei Gratia, el Mary Celeste estaba en condiciones de dar la vuelta al mundo. Entonces, ¿por qué fue abandonado?
Se han esbozado toda clase de teorías, más o menos razonables. Para algunos, la tripulación tuvo acceso al alcohol guardado en la bodega, se emborrachó y asesinó al capitán, su mujer y su hija, para luego huir en el bote salvavidas. Pero el cargamento era de alcohol etílico, no apto para ser consumido. Una variante de esa teoría es que los marineros se amotinaron a causa de algún maltrato de Briggs, lo mataron junto a su familia y escaparon. Pero Briggs, en su carrera naval, nunca había tenido problemas con las tripulaciones de los barcos que capitaneó; los marineros también tenían una excelente reputación.
Para otros, el capitán Biggs hizo abandonar el barco en un día de calor, ante el temor de que el cargamento de alcohol explotara. Luego el viento empujó el bote salvavidas lejos del barco y todos terminaron muertos de sed, hambre o ahogados.
Otra teoría habla de la posibilidad de que los tripulantes hubiesen consumido pan en mal estado, y que en un delirium tremens causado por la intoxicación se hubiesen arrojado por la borda. Una variante es que quizá Briggs hizo abrir la bodega y los vapores del alcohol almacenado allí causaron ese estado de locura y el subsiguiente suicidio colectivo.
La versión más extraña es la de un tal Abel Fosdyk, fallecido en 1913. Entre sus papeles se encontró un diario, en el que afirmaba haber sido un “pasajero secreto” del Mary Celeste. Según él, el capitán Briggs y un marinero discutieron jocosamente sobre si un hombre vestido podía nadar bien o no. Para demostrarlo, saltaron al mar. Al parecer otros marineros hicieron lo mismo, contagiados por el ambiente de francachela (e irresponsabilidad) que reinaba. Fosdyk, la esposa y la hija de Briggs se quedaron a bordo, sobre una plataforma especialmente construida. De repente, un grupo de tiburones atacó a Briggs y a los hombres. Cuando un par de marineros que se habían quedado en el Mary Celeste corrieron a la plataforma para ver qué ocurría, al oír los gritos del capitán y sus compañeros, dicha plataforma se rompió y todos cayeron al agua. De acuerdo con la versión de Fosdyk, los tiburones devoraron a todo el mundo menos a él, que terminó flotando en un madero hasta llegar a la costa de África.
La historia de Fosdyk -si es que él la escribió- está llena de errores e inexactitudes. Por ejemplo, le atribuye al Mary Celeste una capacidad de carga de 600 toneladas, cuando en realidad era mucho menor. También afirma que los marineros eran ingleses, cuando se sabe que eran estadounidenses y alemanes. Y si bien no es imposible que las muertes de los tripulantes se debieran a ese accidente bizarro, es improbable. Briggs y los marineros eran demasiado experimentados como para cometer tantas metidas de pata.
También se habló de una abducción por extraterrestres, pero ese es un terreno en el que prefiero no meterme. La verdad es que nunca sabremos qué ocurrió con el capitán, su mujer, su hija y los siete marineros. Lo que sí sabemos es que el Mary Celeste fue devuelto a sus dueños estadounidenses, y bajo el mando del capitán George W. Blatchford continuó su viaje hasta Génova, donde finalmente entregó su carga. Luego fue vendido -se dijo que con una considerable pérdida- y a lo largo de los 12 años siguientes el barco cambió de manos no menos de 17 veces. Terminó por hundirse en la costa de Haití en 1884.
El barco fue construido en Nueva Escocia, Canadá, en 1861, y bautizado originalmente con el nombre de Amazona. La nave aparentemente tenía mala suerte (se sabe que los marineros son muy supersticiosos) y fue pasando de mano en mano durante años. En 1869 fue vendida a un grupo de estadounidenses, que la rebautizaron como Mary Celeste. El 7 de noviembre de 1872, el barco recogió un cargamento de alcohol y zarpó de Staten Island, Nueva York, con destino a Italia. A bordo viajaban el capitán Benjamin Briggs, su esposa Sarah y su hija de 2 años Sophia, junto con siete marineros.
El 4 de diciembre, el barco Dei Gratia, que había zarpado de Nueva York siete días después del Mary Celeste, lo avistó. El capitán del barco, David Morehouse, llegó a la conclusión de que el Mary Celeste iba a la deriva y envió a sus hombres a investigar. Durante la hora siguiente, revisaron el Mary Celeste de proa a popa. La vela de esta fue hallada en la zona de proa, pero el trinquete y el trinquete superior habían volado de las vergas y se habían perdido. El foque, la vela de estay del palo mayor y la gavia inferior estaban izadas. El resto de las velas estaban plegadas. Algunas jarcias estaban enmarañadas; otras habían sido arrancadas por el viento y colgaban destrozadas. La driza superior -una soga rígida de unos 90 metros de longitud, usada para izar la vela cangreja- se había roto, y faltaba la mayor parte. El timón giraba libremente y la bitácora había sido golpeada y estaba rota. La escotilla principal estaba cubierta por un encerado y sujeta, pero algunos de los encerados habían sido retirados y fueron hallados cerca de las escotillas. En el suelo de la cocina el agua alcanzaba una altura inferior a los 30 centímetros, y las provisiones para 6 meses apenas se habían estropeado. Había abundante agua dulce.
Para abreviar: el Mary Celeste estaba en mejores condiciones que muchos de los barcos que cruzaban regularmente el Atlántico. Y, aparte de algunos signos que indicaban que el barco había soportado recientemente una tormenta, resultaba inexplicable que su tripulación lo hubiese abandonado.
En la mesa del camarote del capitán Briggs, Oliver Deveau encontró el diario provisional de a bordo. Decía: “Lunes 25. A las 5 llegamos a la isla de St Mary, en dirección ESE. A las 8, la punta este estaba al SSO, a 3 kilómetros de distancia.” En el camarote del primer oficial, Deveau encontró un mapa que mostraba el rumbo del barco hasta el 24 de noviembre.
En el barco no se encontraron el cronómetro, el sextante, el libro de navegación y un pequeño bote que había estado amarrado a la escotilla principal. Un trozo de barandilla había sido arrancado para lanzar el bote al agua. Esto, por lo menos, aclaraba la forma en que había desaparecido la tripulación: había abandonado el barco. Pero, ¿por qué? ¿Qué razones pudo tener un marino experimentado como el capitán Briggs para abandonar un barco en perfectas condiciones metiendo a su mujer y a su hijita, con los siete miembros de la tripulación, en un bote pequeño y poco estable? Abandonar un barco es una medida desesperada, algo que sólo se hace cuando no hay otra alternativa; sin embargo, como declaró después uno de los tripulantes del Dei Gratia, el Mary Celeste estaba en condiciones de dar la vuelta al mundo. Entonces, ¿por qué fue abandonado?
Se han esbozado toda clase de teorías, más o menos razonables. Para algunos, la tripulación tuvo acceso al alcohol guardado en la bodega, se emborrachó y asesinó al capitán, su mujer y su hija, para luego huir en el bote salvavidas. Pero el cargamento era de alcohol etílico, no apto para ser consumido. Una variante de esa teoría es que los marineros se amotinaron a causa de algún maltrato de Briggs, lo mataron junto a su familia y escaparon. Pero Briggs, en su carrera naval, nunca había tenido problemas con las tripulaciones de los barcos que capitaneó; los marineros también tenían una excelente reputación.
Para otros, el capitán Biggs hizo abandonar el barco en un día de calor, ante el temor de que el cargamento de alcohol explotara. Luego el viento empujó el bote salvavidas lejos del barco y todos terminaron muertos de sed, hambre o ahogados.
Otra teoría habla de la posibilidad de que los tripulantes hubiesen consumido pan en mal estado, y que en un delirium tremens causado por la intoxicación se hubiesen arrojado por la borda. Una variante es que quizá Briggs hizo abrir la bodega y los vapores del alcohol almacenado allí causaron ese estado de locura y el subsiguiente suicidio colectivo.
La versión más extraña es la de un tal Abel Fosdyk, fallecido en 1913. Entre sus papeles se encontró un diario, en el que afirmaba haber sido un “pasajero secreto” del Mary Celeste. Según él, el capitán Briggs y un marinero discutieron jocosamente sobre si un hombre vestido podía nadar bien o no. Para demostrarlo, saltaron al mar. Al parecer otros marineros hicieron lo mismo, contagiados por el ambiente de francachela (e irresponsabilidad) que reinaba. Fosdyk, la esposa y la hija de Briggs se quedaron a bordo, sobre una plataforma especialmente construida. De repente, un grupo de tiburones atacó a Briggs y a los hombres. Cuando un par de marineros que se habían quedado en el Mary Celeste corrieron a la plataforma para ver qué ocurría, al oír los gritos del capitán y sus compañeros, dicha plataforma se rompió y todos cayeron al agua. De acuerdo con la versión de Fosdyk, los tiburones devoraron a todo el mundo menos a él, que terminó flotando en un madero hasta llegar a la costa de África.
La historia de Fosdyk -si es que él la escribió- está llena de errores e inexactitudes. Por ejemplo, le atribuye al Mary Celeste una capacidad de carga de 600 toneladas, cuando en realidad era mucho menor. También afirma que los marineros eran ingleses, cuando se sabe que eran estadounidenses y alemanes. Y si bien no es imposible que las muertes de los tripulantes se debieran a ese accidente bizarro, es improbable. Briggs y los marineros eran demasiado experimentados como para cometer tantas metidas de pata.
También se habló de una abducción por extraterrestres, pero ese es un terreno en el que prefiero no meterme. La verdad es que nunca sabremos qué ocurrió con el capitán, su mujer, su hija y los siete marineros. Lo que sí sabemos es que el Mary Celeste fue devuelto a sus dueños estadounidenses, y bajo el mando del capitán George W. Blatchford continuó su viaje hasta Génova, donde finalmente entregó su carga. Luego fue vendido -se dijo que con una considerable pérdida- y a lo largo de los 12 años siguientes el barco cambió de manos no menos de 17 veces. Terminó por hundirse en la costa de Haití en 1884.
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