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jueves, 26 de abril de 2007

El rey Midas

Midas era rey de Bromio, en Macedonia. Durante su infancia se vio a una hilera de hormigas que transportaban granos de trigo por el costado de su cuna y los ponían en sus labios, lo que los adivinos de Bromio interpretaron como que al crecer gozaría de gran riqueza. Cuando llegó a la adultez, ya siendo rey, hizo plantar un hermoso jardín de rosas que era su orgullo.
Un día el viejo sátiro Sueno, que había sido pedagogo del dios Dionisio y que formaba parte de su séquito bullicioso, se emborrachó y se separó de su grupo, que estaba viajando de Tracia a Beocia. Quién sabe cómo, terminó en Bromio, donde se tumbó a dormir la borrachera en el jardín de Midas. Los jardineros lo hallaron allí, lo ataron y lo llevaron ante el rey. Midas hubiera podido ejecutar a Sueno, pero éste salvó su vida contándole sobre un inmenso continente ubicado al otro lado del Atlántico en el que abundaban las ciudades magníficas, pobladas por habitantes gigantes, felices y de larga vida y que gozaban de un notable sistema legal.
El relato maravilló a Midas, que liberó a Sueno de sus cadenas, lo agasajó en su palacio durante 5 días y lo envió con Dionisio. El dios, que había estado preocupado por la suerte de Sueno, preguntó a Midas cómo deseaba que se le recompensase. Midas contestó sin vacilar: "Te ruego me concedas que todo lo que toque se convierta en oro". Pero no sólo las piedras, las flores y los muebles de su casa se convertían en oro, sino también, cuando se sentaba a la mesa, los alimentos que comía y el agua que bebía. Midas no tardó en suplicar que lo eximiesen de su deseo porque se moría de hambre y de sed; Dionisio, muy divertido, le dijo que visitara la fuente del río Pactólo, cerca del monte Tmolo, y se lavase en ella. Midas obedeció e inmediatamente quedó libre del tacto de oro. Los griegos decían que ese era el motivo que la arena de las orillas del río Pactólo fuese más brillante y dorada de lo normal.
Midas viajó a Anatolia, donde fue adoptado por el rey Gordias de Frigia, quien no tenía hijos (Gordias, de paso, fue quién anudó el famoso Nudo Gordiano, que Alejandro Magno desató con el expeditivo método de cortarlo con su espada). Cuando murió, Midas lo sucedió en el trono frigio y gobernó bastante bien, promoviendo el culto a Dionisio y fundando la ciudad de Ancira. Sus descendientes, que conservaron el trono durante generaciones, tomaron los nombres de Gordias y Midas, y esta costumbre hizo que el primer Midas fuese tomado equivocadamente como hijo biológico de Gordias.
El rey Midas asistió al certamen musical entre Apolo y el sátiro Marsias. La historia es la siguiente: la diosa Atenea había inventado la flauta y la había tocado en el Olimpo, frente a los demás dioses y diosas. Los dioses elogiaron la música del nuevo instrumento y la felicitaron, pero las diosas Afrodita y Hera se rieron disimuladamente. Atenea advirtió esto y se puso a tocar frente a un estanque, para verse reflejada en el agua. Así, Atenea se dio cuenta del motivo de las risas crueles de las diosas: al soplar la flauta, su rostro se deformaba y tenía un aspecto ridículo. Furiosa, arrojó la flauta a las aguas del estanque y maldijo a quién la recogiera.
Un tiempo después, el instrumento fue hallado por Marsias y utilizado por él para ganar una enorme fama musical en Grecia. Esto ofendió a Apolo, que había inventado la lira y que se consideraba el mejor músico del mundo. De modo que desafió a Marsias al concurso, nombrando a las Musas como jurado. Los dos quedaron igualados, pues a las Musas les encantaron las melodías de uno y otro por igual. Entonces Apolo tocó su lira colocándola al revés y desafió a Marsias a hacer lo mismo. Como imaginarán, soplar una flauta por el extremo por el que sale el sonido es absolutamente imposible, por lo que las Musas declararon a Apolo ganador. El vengativo dios luego despellejó vivo al pobre Marsias y clavó su piel en un pino.
Midas parece que dio a entender su disconformidad con el veredicto de las Musas, por lo que Apolo lo castigó poniéndole orejas de asno. Durante largo tiempo Midas se las arregló para ocultar esas orejas bajo un gorro frigio, pero a su peluquero, que se enteró de la deformidad, le fue imposible mantener el secreto vergonzoso, como le había ordenado Midas bajo pena de muerte. En consecuencia, cavó un hoyo en la orilla del río y, asegurándose antes de que no había nadie en los alrededores, murmuró: "El rey Midas tiene orejas de asno". Luego llenó el hoyo y se alejó, en paz consigo mismo, hasta que brotó de la orilla una caña que susurraba el secreto a todos los que pasaban. Cuando Midas se enteró de que su desgracia era de conocimiento público, condenó a muerte al peluquero y se suicidó bebiendo sangre de toro.

2 comentarios:

yerbanohay dijo...

Me encanta tu blog, trato de dosificarme para leerlo, porque tengo que rendir un examen y no puedo darme el lujo de pasarme la tarde leyendo en español. te felicito.

Martín dijo...

Muchísimas gracias, y suerte en el examen.