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jueves, 12 de abril de 2007

Perséfone, la reina de los condenados

El dios Hades, rey del Mundo Subterráneo al que iban todos los mortales muertos (valga la redundancia), estaba casado con Perséfone, que era a la vez su sobrina. Era hija de Demeter, hermana de Hades y diosa de la fertilidad (tanto de la tierra como de las mujeres). Hades se había enamorado de ella y le pidió a Zeus que le permitiera hacerla su esposa. Zeus, que no quería ofender ni a su hermano Hades ni a su hermana Demeter, dijo que no le daría ni le negaría su permiso. Hades entonces raptó a Perséfone en Eleusis, mientras recogía flores.
Demeter, desesperada, recorrió la Tierra durante 9 días sin encontrar a su hija. Al décimo día Triptolemo, hijo del rey Celeo de Eleusis, le dijo que había visto a Hades entrar al Inframundo con Perséfone en su carruaje. Para confirmar este testimonio, Demeter fue a ver al dios-sol Helio, que veía todo, y lo obligó a confesar la verdad. Demeter estaba tan enojada que, en vez de volver al Olimpo, siguió recorriendo la Tierra, impidiendo que los árboles dieran frutos y que crecieran las hierbas, hasta que la raza humana estuvo en peligro de extinción. Zeus, a quien la vergüenza no permitía visitar a Demeter personalmente en Eleusis, le envió primero un mensaje con Iris (del que ella no hizo caso alguno) y luego una delegación de dioses olímpicos, con regalos conciliatorios y rogándole que aceptara su voluntad. Pero ello no quiso volver al Olimpo y juró que la tierra seguiría estéril hasta que Perséfone fuera devuelta.
Zeus sólo podía hacer una cosa. Envió a Hermes con un mensaje para Hades: “Si no devuelves a Perséfone estamos todos perdidos”, y con otro para Demeter: “Puedes tener de nuevo a tu hija, con la única condición de que todavía no haya probado la comida de los muertos.”
Hades le dijo a Perséfone -quien, entristecida por el rapto del que había sido víctima, se había negado a comer- que la devolvería a la Tierra, fingiendo que lo hacía por voluntad propia. Así que la joven, feliz, comió siete semillas de una granada del huerto de Hades, suficiente para condenarla a vivir en el Inframundo. El jardinero de Hades, Ascálafo, la vio hacerlo y fue llevado a la Tierra para testificar.
En Eleusis, Demeter abrazó alegremente a Perséfone, pero al enterarse de lo de la granada se sintió más desalentada que nunca y repitió: “No volveré al Olimpo ni anularé mi maldición de la Tierra”. Entonces Zeus instó a Rea, la madre de Hades, Demeter y él mismo, a que le suplicara, y por fin se llegó a una transacción. Perséfone pasaría 3 meses del año en compañía de Hades como reina del Inframundo, y los nueve meses restantes con Demeter. El mito dice que esos tres meses de Perséfone lejos de su madre son los del invierno.
Como reina de los muertos, Perséfone era la contracara bondadosa de su marido. Los condenados siempre acudían a ella para suplicarle diversos favores, que ella casi siempre concedía. Si bien le era fiel a Hades, no tenía hijos con él y disfrutaba más de la compañía de la diosa Hécate, protectora de las brujas, que era su amiga íntima.

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